HABLEMOS DE LA PRÁCTICA DEL BAALISMO EN LA IGLESIA EVANGÉLICA
He sido evangélico toda mi vida, criado en una iglesia del movimiento de santidad pentecostal, y les puedo decir que lo que se conoce con el término “evangélico” se trata simplemente de una etiqueta con la cual el sistema iglesiero busca tapar el proceder egoísta de los fanáticos religiosos.
Mientras tanto, los evangélicos y sus distintas ramas les hicieron pensar que ser evangélico es SINÓNIMO de la verdad y supone ser anti católico, no tener estatuas en el lugar donde se lleva a cabo la liturgia, no establecer un culto a la Virgen María y que el abstenerse de ingerir bebidas alcohólicas te hace ser “evangélico”.
Cuando, en realidad, lo que significa ser evangélico o protestante se establece bajo la prerrogativa de que la iglesia tiene la responsabilidad de examinar las diversas doctrinas a fin de exponer la pureza doctrinal, con el objetivo de que el pueblo se mantenga caminando por el camino estrecho que conduce a la salvación Eterna.
Por el contrario, el movimiento evangélico, por causa del egoísmo de los líderes religiosos que se han mantenido apegados a la tradición de “los padres de la iglesia”, ha puesto todos sus esfuerzos en hacer pensar al pueblo protestante que los padres de la iglesia eran reformados, cuando estos establecieron la doctrina de los nicolaitas, imponiéndose sobre el pueblo por medio de una alianza infernal con los emperadores romanos.
Hermanos, como evangélicos tenemos la responsabilidad de entender que los sacrificios que se ofrecían en el templo solo sirvieron como un remedio provisional concerniente al asunto del pecado del hombre, que no pudo erradicar la esclavitud de los hombres por causa de su incapacidad de obedecer perfectamente la demanda de un Dios Santo.
1 Pedro 1:16 (RVR1960)
porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.
De manera que el asunto del pecado del hombre es tan grave que, como describe el texto de Apocalipsis 5:1-5, solamente Jesucristo, siendo Dios mismo, fue digno de ofrecerse como un sacrificio real para expiar para siempre el pecado de aquellos que fueron elegidos para salvación y para un sacerdocio real, a fin de establecer el santo santuario de Dios aquí en la tierra.
Apocalipsis 14:6 (RVR1960)
Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo.
Este pasaje bíblico nos da a conocer de manera anticipada que la iglesia no va a cumplir con la gran comisión de hacer discípulos a todas las naciones. Por el contrario, el sistema iglesiero está cumpliendo el temor apostólico, el cual advirtió sobre los lobos rapaces que no perdonarían al rebaño.
Mire si Dios es bueno que, durante la gran tribulación, JESÚS utilizará otros medios para difundir el evangelio eterno, tal como expresa el texto el cual nos revela que, un ángel estará predicando, por lo que habrá una gran cosecha de almas.
Tenemos que entender el contexto de la época en la cual Israel realizó la gestión de despojar al cananeo, pero desobedeció el mandato al realizar alianzas, dejando un remanente que luego le sería un aguijón.
A pesar de que el pueblo hebreo fue sacado de la esclavitud de Egipto por la poderosa mano del único Dios “YO SOY” —quien llegó a ser conocido entre los pueblos idólatras como “el Dios del desierto”—, una vez que entraron en la tierra prometida, no creyeron que el Dios del desierto les podía ayudar en la agricultura.
Cabe tomar en cuenta que el pueblo hebreo fue un pueblo nómada que era sustentado por la mano de Dios, mientras que el pueblo cananeo era una civilización avanzada que poseía un conocimiento extenso en las técnicas agrícolas.
Tanto el culto a la diosa Asera —considerada la madre de los dioses—, como el culto a Baal, el dios de la fertilidad, representaban la clave de la prosperidad de los pueblos cananeos.
Por ello, los israelitas se inclinaron a adorar a estas deidades para obtener “favores” místicos en la agricultura, basándose en el concepto de la manifestación de la lluvia temprana y la lluvia tardía mencionado en el libro del profeta Joel.
La práctica del baalismo en el movimiento evangélico
Se trata de la idolatría de poner la confianza en ciertos "baales", doblando la rodilla ante ellos —ya sean líderes religiosos o ciertos políticos— con el fin de vivir en la abundancia de bienes materiales.
Por el contrario, la práctica del baalismo por parte del movimiento evangélico en los Estados Unidos, ha traído a la nación una maldición y persecución por parte de un "baal" a quien convirtieron en el símbolo de la prosperidad material. Fue en esta figura en quien el pueblo evangélico americano, depositó su confianza, pensando que tal personaje los conduciría a vivir en la abundancia.
Motivados por el egoísmo, los evangélicos en los Estados Unidos realizaron una propaganda, desde inicios de la década del 2000, por medio de falsos profetas, en la cual ofrecieron al actual presidente de los Estados Unidos como el "baal" que iba a restaurar los “valores morales” de la nación, y que dicha restauración traería la abundancia de “parte” de Dios.
Entonces pregunto: ¿acaso los valores morales impuestos en las naciones islámicas árabes, son la razón por la cual estos países viven en abundancia de bienes materiales?
Todo esfuerzo religioso que usted haga para cambiar las circunstancias a su favor, con una actitud renuente a vivir bajo la provisión de Dios, se trata de un culto idólatra basado en el antiguo baalismo.
Hermanos, el sistema iglesiero define el pecado como el fallo en cumplir la ley de Dios, sugiriendo que el pecado es simplemente un "mistake" (un error). De hecho, en la congregación a la que yo asistía por costumbre, decían que los cristianos no pecan, sino que a veces cometen "mistakes".
Sin embargo, el pecado va más allá de ceder ante los caprichos de la carne, porque la carne siempre será carne.
Hermanos, cuando un cristiano comete pecado aun teniendo conocimiento de la ley de Dios, peca de incredulidad. Por cuanto, si la ley dice "no mentirás" y mientes para sacar ventaja en una situación, cometes pecado porque no le estás creyendo a la palabra de Dios, lo que te convierte en un incrédulo.
Hoy día, el evangelio terapéutico quiere convencer a las personas de que "no son tan malas", y de que la manifestación de ciertas conductas, es el reflejo de traumas pasados que la persona necesita sobrellevar.
Alegan que el problema de los cristianos que viven con diversas frustraciones, es que no saben quiénes son en Cristo, según los ministros terapuetas, las personas al no entender que Dios es su Padre y que está dispuesto a hacer cualquier cosa por sus hijos.
Sin embargo, la conversión del pecador se trata de un proceso legal en el cual somos juzgados por haber vivido sin creer en el evangelio. Por medio del conocimiento de la ley, esta sirve como evidencia legal para que seamos hallados culpables ante un Dios Santo.
De manera que el falso evangelio terapéutico, que surgió del mismo infierno en los Estados Unidos, busca justificar y dar consuelo al pecador con el fin de que se sienta cómodo participando en un culto voluntario en una determinada congregación.
Tenemos que entender que Juan el Bautista allanó el camino del Mesías, llamando la atención del pueblo judío religioso y poniendo en ellos conciencia de pecado. Esto, por el hecho de que no creían en la palabra de Dios, sino que vivían conforme a la tradición de los ancianos, los sabios de Israel.
Así, Juan realizaba un ritual simbólico basado en un lavatorio para limpiar las impurezas del cuerpo, que solo servía para traer conciencia de pecado.
Sin embargo, Juan anunció que vendría otro que los bautizaría con un fuego consumidor. Al contrario de lo que creen los pentecostales, que relacionan el bautismo en fuego con la manifestación del don de hablar en lenguas, con un éxtasis y “remeneos” que no duran.
El bautismo del que habló Juan el Bautista, está relacionado con la experiencia de experimentar los tormentos del infierno. Esta experiencia trae a la conciencia del pecador la necesidad de recibir el pronto socorro de parte de Dios.
Les cuento que en una ocasión, era de madrugada y mi esposa, la profeta María Izabel Mestre y yo, nos encontrábamos durmiendo, cuando de repente desperté y noté que ella, aunque dormida, respiraba de manera sofocada. Rápidamente pensé que le estaba ocurriendo algo, por lo que me desesperé y procedí a despertarla.
La profeta me narró, y cito:
“En el espíritu, me encontraba en un pasillo que tenía muchas puertas. Traté de abrirlas, pero ninguna se abría. Busqué un letrero que indicara dónde estaba la salida, pero no lo había. Al final del pasillo había una puerta hacia la cual corrí, quedando de frente a ella, pero no se abría. Comencé a escuchar gritos de lamento, sintiéndome sofocada, y escuchaba diferentes voces maldiciendo a Jesucristo e injuriando, diciendo: “¿Cómo te atreviste a enviarme aquí?”. Pero el sentimiento más terrorífico que experimenté fue la realidad de que en el infierno no existe una salida, de que en el infierno no hay lugar para la esperanza”.
El Primer Gran Despertar, que ocurrió en las colonias británicas en América, fue impulsado primeramente por el Espíritu Santo, operando en los predicadores reformados George Whitefield y Jonathan Edwards.
Este despertar, entre 1730 y 1755, tuvo un momento culminante el 8 de julio de 1741, cuando Jonathan Edwards predicó en una parroquia en Enfield, Connecticut, su famoso mensaje titulado “Pecadores en manos de un Dios airado”.
En tal predicación, Edwards presentó evidencia de que el hombre natural vive expuesto a los tormentos del infierno, llevando a la conciencia de una congregación tibia, la necesidad de arrepentimiento para recibir el perdón de un Dios que se encuentra airado con la humanidad. Se cuenta que los feligreses caían al suelo, diciendo: “¿Qué tenemos que hacer para ser salvos?”, “¡Nos vamos a ir al infierno!”.
¿Por qué el movimiento evangélico se encuentra en la cúspide del fracaso, tanto en los Estados Unidos como en Latinoamérica?
Se debe a que los líderes evangélicos corporativos, en vez de buscar establecer la pureza doctrinal, han establecido el baalismo en la práctica de un culto hechicero. Este se basa en la idolatría a ciertos líderes religiosos que han venido a ser conocidos como “los ungidos”. Asimismo, los evangélicos han establecido a ciertos políticos de la derecha como los salvadores de la nación.
Hoy día, es una actitud irresponsable creer que el movimiento evangélico está compuesto de personas “buenas” en las que se puede confiar.
Cuando, en realidad, el movimiento evangélico en general, se ha convertido en un movimiento donde sus líderes fomentan el egoísmo, el celo denominacional y el falso celo de pertenecer a la derecha política.
Hermanos, las personas han establecido un paradigma de pensar que, si un ministro les parece "buena gente", si les da participación en la liturgia, o incluso si establece un discipulado con buenas intenciones conforme a la ortodoxia de su concilio o denominación, consideran a ese ministro como una “persona piadosa”.
Un verdadero ministro piadoso se conoce cuando busca establecer la fuerza doctrinal derribando paradigmas iglesieros, sabiendo que tal gestión solo le va a cerrar puertas en el mundo evangélico.
Podemos responder al llamado de un ministro para pasar al frente y “aceptar” a Jesucristo, creyendo que con tal decisión “agradamos” a Dios.
Podemos participar en un culto "hipercarismático" en una determinada congregación, donde los ministros comprometen a Dios con falsas promesas que crean expectativas irreales en la gente, la cual luego se esfuerza por ver cumplidas esas expectativas.
Pero aquel que es expuesto como culpable ante el trono de Dios por medio de la revelación de la Ley y, como consecuencia, experimenta los horrores del infierno por medio del Espíritu Santo, ese ha sido verdaderamente bautizado con el fuego consumidor de Dios.
En estos tiempos postreros donde estamos viendo, la manifestación de eventos que antes nos parecían impensables, es de vida o muerte que el pueblo evangélico comience a anhelar tener su propia experiencia con Jesucristo resucitado.
Es tiempo de que los ministros evangélicos, tengan la iniciativa en derribar paradigmas iglesieros, en examinar doctrinas que han sido defendidas por siglos, que no son más que parte de la tradición católica, las cuales terminan siempre, ubicando al hombre como el centro del evangelio, para venir a establecer el verdadero evangelio basado en la gloria de Jesucristo.
Fíjese que del sermón del ministro puritano Jonathan Edwards, surgió una consigna que dio lugar a uno de los más grandes despertares históricos, el cual, despertó la conciencia de pecado y la realidad de que los pecadores y cristianos tibios, viven expuestos a los tormentos del infierno.
Esta consigna dice:
“No existe nada que pueda salvar a los pecadores del infierno, solo el deseo de Dios”.
Mientras Satanás el diablo, conoce el hecho de que el hombre natural opera por medio del egoísmo, ha engañado a millones de cristianos por medio de falsos ministros que han pretendido cambiar la Ley y los tiempos. Les hacen pensar a los feligreses que tienen la capacidad de “ganarse” el favor de Dios, en la práctica de ciertos actos religiosos, estableciendo el baalismo que simboliza la vida en abundancia donde, inevitablemente los feligreses terminan doblando sus rodillas ante ciertos "baales" que se presentan en el ámbito religioso, político y financiero.
Sin embargo, el exponer las realidades Eternas del evangelio por medio de una exposición bíblica o un discipulado en el cual, somos expuestos a un proceso legal y resultamos declarados culpables delante del Trono de Dios por causa de nuestra incredulidad, cuando en nuestro estado natural, nos engañamos a nosotros mismos pensando que tenemos la libertad en determinar que es “bueno” y que es “malo”.
Esta revelación de que vivimos expuestos a la manifestación de la ira de Dios, se trata en realidad de la manifestación de la gracia de Dios.
Esto ocurre cuando somos verdaderamente expuestos a los tormentos del infierno, para que seamos despertados a la realidad Eterna, teniendo conocimiento que algún día nos presentaremos ante el Tribunal del Cordero.
Allí, los justos que fueron rescatados de las llamas del infierno por la sangre del Cordero, habiendo servido como testigos fieles de la vida y obra de JESUCRISTO, heredarán la vida Eterna. Mientras que los impíos y cristianos tibios con etiquetas denominacionales o ideológicas, serán rechazados por el Cordero, siendo arrojados al lago de fuego y azufre, juntos con los “gobernantes, entidades y potestades de las tinieblas” a las que les rindieron lealtad incondicional.
Se dice que Jesús hizo más referencias en sus enseñanzas acerca del infierno, que del mismo cielo, estableciendo las realidades Eternas a las que los pecadores y cristianos tibios están expuestos por causa de rechazar su doctrina.
Mientras tanto, los falsos ministros del “evangelio terapéutico” hacen énfasis en establecer que no hace falta el estudio doctrinal ni teológico, alegando que la vida cristiana se basa en experiencias espirituales donde, según ellos, no hay Ley; y así, los falsos conversos son consolados en sus pecados y egoísmo todas las semanas.
Pregunto, si estos ministros y ministras quienes alegan ser los más espirituales dicen que, en el ámbito espiritual no hay Ley, ¿porque Satanás y los ángeles caídos fueron expulsados de la presencia de Dios y condenados a ser arrojados al lago de fuego y azufre?
Conclusión
Por lo tanto, hermanos, la elección final que se nos presenta es tan eterna como irrevocable. No es una elección entre denominaciones o agendas políticas, sino entre dos evangelios radicalmente opuestos.
Por un lado, está el evangelio del baalismo moderno: un camino de idolatría que promueve la confianza en hombres—ya sean “ungidos” en los púlpitos o “salvadores” en la esfera política—y que nos seduce con la promesa de una prosperidad terrenal y un consuelo barato. Este camino, alimentado por el egoísmo y la incredulidad, conduce a sus seguidores a una falsa seguridad, adormeciéndolos ante la realidad del pecado y el infierno, y culmina en la condenación eterna junto con las entidades a las que sirvieron.
Por el otro lado, está el evangelio eterno de Jesucristo: un camino que comienza con el quebrantamiento, al ser expuestos por la Ley como culpables ante un Dios santo y airado. Es un camino que nos confronta con el horror del infierno para llevarnos al pronto socorro de la Cruz, donde solo la sangre del Cordero inmolado puede expiar nuestro pecado. Este es el bautismo de fuego del que habló Juan: la obra soberana de Dios que despierta al pecador, destruye su incredulidad y lo rescata para un sacerdocio real, no para vivir en abundancia material, sino para adorar en santidad.
La pregunta no es si eres evangélico de nombre, sino ¿cuál de estos dos evangelios estás creyendo? ¿Estás confiando en un "baal" para cambiar tus circunstancias o en el Cordero para cambiar tu condición eterna?
Que el Señor, en su misericordia, nos conceda el verdadero despertar. No uno de éxtasis emocional, sino el que surge del Espíritu Santo, trayendo a nuestra conciencia el peso de nuestra culpa y la gloria infinita de la Gracia que nos salva de la ira venidera. Porque, en definitiva, “No existe nada que pueda salvar a los pecadores del infierno, solo el deseo de Dios”.
Nuestro único anhelo, nuestro más sincero ruego, es verlos en el cielo, redimidos por esa sangre y adorando para siempre al Cordero.
AUTORÍA:
Apóstol Juan Calo
Yom Teruah Ministries®
La Caverna del Profeta®
Carolina, Puerto Rico
profetamariaimestre@gmail.com
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Ministerio De Educación Cristiana Y Apologética, (sin fines de lucro)
"Levantando el testimonio de JESUCRISTO"