¿CONOCES EL EVANGELIO SEGÚN SAN YO?
8/agosto/2016
8/agosto/2016
He tenido la experiencia de escuchar personas
quienes alegan que son cristianos porque creyeron a la palabra; que si no
hubiesen creído por “voluntad” propia, no hubiese ocurrido nada. Según ellos
eligieron por su libre albedrio el creer y los demás no quieren creer por tal
razón, según ellos, se merecen el juicio de Dios. Hablando de esto un joven
inmaduro quien alegó que se salvó porque decidió creer y nos preguntó de forma
“sarcástica”: ¿qué si los pecadores van a ser salvos?
El evangelio que salió de los Estados Unidos
el cual conquistó a Latinoamérica fue ensamblado basado en el razonamiento del
hombre de forma que pareciera que cualquiera puede ser salvo si así lo decide.
Miles de personas en el mundo de los negocios,
con trabajos diestros, en las universidades, aun en las iglesias evangélicas,
tienen una comprensión intelectual de la fe cristiana. Pero otra cosa es
apropiarse de la gracia salvífica por medio de la fe siendo la fe un don de
Dios para salvación.
No es suficiente con el tener un conocimiento
intelectual de la palabra e identificarse como cristiano por un conocimiento.
Es indispensable recibir la fe como don de Dios como medio para podernos
apropiar de la gracia de Dios para salvación.
Las verdades bíblicas se han perdido con el
pasar del tiempo por el desconocimiento histórico de los cristianos modernos.
En el quinto siglo el obispo de Hipona Agustín hizo una declaración que influyo
mi vida para siempre: “Señor, ordena lo que quieras y otorga lo que ordenas”.
Lo que quiso decir Agustín es que él
reconocía que no tenía la capacidad de agradar a Dios ni de cumplir con lo que
demanda. Que necesitaba de los medios de la gracia para poder agradarle y
cumplir con lo que Dios exige.
Recuerden que las bienaventuranzas del sermón
del monte fueron dirigidas a los pobres de espíritu, los que no tienen
oportunidad de agradar a Dios.
Esta fue una declaración que causó una llaga
en el monje ingles Pelagio, quien no tardó en tratar de refutar la declaración
de Agustín. Pelagio respondió y alegó que:
1-Dios no puede exigir del hombre lo que no
tiene la capacidad para hacer.
2-La caída afectó solamente a Adán y no a sus
descendientes.
3-Que Adán hubiese muerto como quiera aun si
no hubiera caído.
4-Que el hombre nace sin pecado y se corrompe
con los malos ejemplos.
5- Que el hombre no necesita de la gracia de
Dios para ser salvo, que con sus buenas intenciones se puede salvar.
6-Que el hombre se puede salvar haciendo uso
de su libre albedrio siguiendo como ejemplo a Jesús.
Vemos la similitud entre las declaraciones
heréticas de Pelagio y los cristianos modernos quienes se adjudican la
salvación a ellos mismo por haber creído a la palabra negando la obra
sobrenatural de la gracia de Dios.
Muchos hemos estado viviendo cautivos de las
enseñanzas de las herejías de Pelagio por culpa de pastores asalariados que lo
que les importa es hacer números en las iglesias.
La declaración de Agustín es la piedra
angular de la reforma protestante, la doctrina bíblica e histórica de la
depravación total del hombre. Pelagio fue un falso maestro quien sembró la
simiente de satanás en la iglesia.
Esta es la declaración de una oveja
descarriada quien alega que si el hombre no toma la iniciativa en la salvación
Dios no puede hacer nada para salvarlo. Que después que es salvo porque así lo
decidió, tiene que mantener la salvación porque piensa que Cristo no puede
preservar su salvación.
Este es el ateísmo que tenemos hoy día por
cristianismo, una blasfemia contra el Espíritu Santo por cuanto no creen que
Jesucristo los puede salvar.
Las declaraciones ateas que hacen en las
iglesias evangélicas, pentecostales y bautistas del libre albedrio hacen
innecesaria la muerte de Cristo en la cruz por cuanto abogan por la supuesta
capacidad del hombre para salvarse.
El litigio entre Agustín y Pelagio hizo
necesario que se convocara un concilio eclesiástico el cual declaró las
enseñanzas de Pelagio como heréticas. Dios permitió este litigio a causa de la
apostasía de Pelagio, para que surgieran verdades que no estaban claras hasta
entonces. La apostasía nos reta a retomar y afirmar las verdades bíblicas que
han sido olvidadas por la iglesia.
La sentencia dada por el creador por la
desobediencia fue la muerte. El hombre tras la caída, muerto por el pecado no
pudo buscar la gracia de Dios sino que se escondió y tapó él la vergüenza del
pecado con hojas. Muerto en el pecado no pudo arrepentirse, sino que Adán culpó
a Dios por lo sucedido “la mujer que me distes”.
Todos somos ovejas descarriadas, todos hemos
resistido la gracia de Dios aborreciendo la luz, no hemos podido caminar hacia
la luz para que nuestro pecados sean reprendidos.
Efesios 2:1 declara al hombre sin Cristo un
cadáver espiritual el cual tiene necesidad de recibir vida. Esto se relaciona
con lo que dice en 1 Corintios 2:14 que establece que el hombre natural, los
asuntos espirituales de Dios le son una locura.
La pregunta para los semi-pelagianos es:
Si los asuntos del espíritu de Dios para el
hombre natural le son locura ¿cómo puede el pecador dar el primer paso hacia la
salvación?
Nuestro maestro Jesucristo nos dio la
respuesta:
Juan 6:44 RVR1960 Ninguno
puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en
el día postrero.
Este texto nos deja claro que el Padre
no trae a TODOS a su hijo Jesucristo, sino aquellos que según el afecto de su
voluntad desde la eternidad determinó salvarlos incondicionalmente. Recuerden
que Dios elige para que se cumpla su propósito, para que se manifieste su
justicia y gloria.
A lo largo de la historia falsos
maestros esparcieron sus enseñanzas en el cristianismo logrando oscurecer el
entendimiento de la muerte espiritual del hombre y de la necesidad de la gracia
junto con el llamamiento eficaz para
poder ser salvos.
Hombres valientes como Martin Lutero y
Juan Calvino retomaron las verdades bíblicas que se perdieron por culpa de la
rapiña de la iglesia católica romana medieval.
Pero falsos maestros quienes pusieron la
iglesia protestante “de camino a Roma” tales como Jacobo Arminio y sus
seguidores “los Remostrantes”, Juan Wesley quien se declaró arminiano, Charles
Finney el evangelista más pelagianos de la historia y todos los evangelistas
que han hecho el llamado al altar forzando la voluntad del hombre para que
acepte a Cristo (doctrina que no aparece en la Biblia), lo que han hecho es
negar la caída, enseñando que el hombre solamente quedó enfermo por el pecado,
pero aún posee la capacidad de buscar de Dios por cuenta Propia.
Como enseñó el evangelista Billy Graham:
“Jesucristo nunca le negó la sanación a ningún hombre, como tampoco se negará
sanar a aquel que se acerque a él para que los sane del pecado”.
Esta es una doctrina diabólica por
cuanto el hombre no necesita ser sanado del pecado sino que muerto en el pecado
necesita recibir la vida de Jesucristo.
Invitar a la gente para que acepten a
Cristo es lo mismo que visitar un cementerio e invitar a los cadáveres a que
acepten la resurrección.
Juan 10:28 RVR1960 y
yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi
mano.
Este texto bíblico es la columna
vertebral del cristianismo, la bisagra en la cual se abren la doctrina de
salvación. Si el evangelio que usted ha creído no está basado en este texto
bíblico, usted ha creído en un evangelio anatema.
El semipelagianismo es la doctrina que
ha sido sostenida tanto por la iglesia católica romana, como por la mayoría de
las iglesias evangélicas y pentecostales.
El semi pelagianismo es una herejía que
establece que el hombre da el primer paso en la salvación (coopera con Dios) y
mantiene la justificación (salvación) con el cumplimiento de sacramentos en el
caso de los católicos o dogmas (creencias, mal llamadas doctrinas) según los
evangélicos y pentecostales.
“Los muertos espirituales no pueden
aceptar la vida eterna que ofrece Cristo, solamente pueden recibirla si son
llamados a salvación”
La Biblia no habla en ningún momento de
la necesidad de “aceptar” a Jesucristo como salvador, mucho menos de abrirle el
corazón (Jeremías 17:9), pero si nos habla de recibir a Cristo, acto que no es
precedido por la elección del pecador, sino como el efecto de una causa:
Juan 1:12-13 RVR1960 12 Mas a
todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de
ser hechos hijos de Dios; 13 los
cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de
varón, sino de Dios.
El contexto del versículo 12 es que el
recibir a Cristo es el efecto de la causa que es mencionada en el versículo 13.
Esa causa no es la decisión del hombre, sino la gracia de Dios quien engendra
espiritualmente a los que han sido han sido elegidos para salvación de
antemano.
Hermanos, el uso de la “lógica” junto a
la “causa y el efecto” son necesarios para tener una mejor comprensión de las
sagradas escrituras.
El invitar a la gente para que acepten a
Cristo es semipelagianismo, como también adjudicarse así mismo la salvación
negando la obra sobrenatural de la gracia diciendo: “cuando yo acepte a Cristo”
“cuando yo me convertí” “yo me arrepentí de mis pecados” “yo vivo en santidad”
“yo me salve porque creí a la palabra” “se desato una palabra y yo creí”.
Todo su conocimiento está basado en el
“yo” y no pueden dar testimonio de la causa que precede el creer. ¿Cómo llegamos a creer? Por la gracia
de Dios y el llamado eficaz el cual es irresistible para los que de antemano
han sido elegidos para salvación.
Ni siquiera sabemos pedir como conviene
(Romanos 8:26) y vamos a ser salvos por una decisión nuestra. Por tanto
necesitamos ser regenerados de nuestra condición pecaminosa para entonces
recibir el don de la fe con el cual podemos llegar a creer.
El semipelagianismo es el evangelio
anatema que advirtió el apóstol Pablo que se predica a diario en las iglesias,
en las campañas evangelísticas, por radio, por televisor, por medio de
tratados, por medio de misioneros. También mencionado en el libro de
apocalipsis el cual es descrito como un evangelio que sube de la tierra (de los
hombres) y no del cielo:
Apocalipsis 13:11-18 RVR1960 Después
vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de
un cordero, pero hablaba como dragón.
Como yo siempre digo, los que dicen ser
cristianos quieren el cielo, pero no aborrecen
sus vidas (Lucas 14:26), quieren los placeres del mundo, pero no quieren
la paga del pecado (Romanos 6:23). Se preocupan por falsas profecías de juicios
de parte de Dios, por perder la vida en un terremoto, en un tsunami, en la
caída de un supuesto meteorito, pero no les importa ser hallados en apostasía.
No les importa saber si las enseñanzas que han recibido provienen de Dios o del
diablo.
2 Timoteo 4:3-4 RVR1960 Porque
vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de
oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y
apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.
Hoy día hay dos iglesias, la del capítulo
12 del apocalipsis, la madre fiel que con dolores de parto da a luz el hijo
varón que conquista los lugares celestiales, y la perversa ramera del capítulo
17 que da a luz hijos para esclavitud.
¿Cómo llegamos a esta condición donde
los hombres se adjudican a ellos mismos la salvación dejando innecesaria la
gracia de Dios?
Estamos en tiempos donde solo recibimos
de los falsos profetas proclamación de juicio, otros de prosperidad, mientras
nuestras naciones ya no reciben la visitación de Dios a causa de las infamias
de las iglesias.
Romanos 1:21 RVR1960 Pues
habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias,
sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue
entenebrecido.