jueves, 18 de junio de 2015

52. Parte #6 ENTENDIENDO LAS RESTRICCIONES E IMPOCICIONES DE PABLO A LAS MUJERES CRISTIANAS DEL PRIMER SIGLO

LA TRADICION CULTURAL DEL VELO

Por tal razón Pablo argumenta en 1 Corintios 14 (Escritura tomada de la Biblia Peshitta en Español, Traducción de los Antiguos Manuscritos Arameos), ¿no les enseña la naturaleza misma que si el varón se deja crecer el cabello, le es deshonroso?

Y en relación a las mujeres 1 Corintios 15 (versión Peshitta) “Pero si la mujer se deja crecer el cabello, le es honroso, porque su cabello le es dado por cobertura”.

Fíjese que Pablo en 1 Corintios 15, en ningún momento dice que la mujer NO SE PUEDE CORTAR EL CABELLO, tampoco está hablando de que EL NO CORTARSE EL CABELLO ES SANTIDAD O MERITO PARA LA SALVACION.

A lo que se refiere Pablo es a la honra que exigía la sociedad de aquel entonces. La expresión “SE DEJA CRECER EL CABELLO” no dice que la mujer no se puede cortar el cabello,  como estable  un límite como decir: “HASTA LOS HOMBROS”, “HASTA LA CINTURA” la cuestión era que no estuvieran la cabeza raspada, afeitada lo cual significaba una señal de prostitución.

La proyección de Pablo estaba dirigida a que la mujer cristiana cumpliera con las normas sociales del honor y que no cayeran en las prácticas de los cultos mundanos como las que se practicaban en el templo de afrodita donde las sacerdotisas se raspaban la cabeza y se prostituían.

Precisamente esa atracción que sentían las mujeres por estos cultos está hablando de una protesta, consciente o inconsciente, por las normas sociales androcéntricas y patriarcales que ordenaban la sociedad.

La situación en que se vivía en el tiempo de corintios era similar a la situación que se vivió en los años 60 con los “hippies” que los varones se negaban a cortarse el cabello y se observaba un marcado desprecio por la diferencia de géneros, a los valores de la sociedad.

También tenemos el caso de la cantante irlandesa Sinead O’ Connor quien fue ordenada en el año 1990 por un obispo católico independiente (no ordenado por Roma) como sacerdote. En el año 2000 Connor realizo unas declaraciones públicas donde expresó que era lesbiana y es conocida por que se raspo la cabeza. Al igual que la cantante Britney Spears quien protagonizo un beso lésbico con la cantante Madonna, luego de ese evento vergonzoso cayó en una crisis emocional y se raspo el cabello en señal de su protesta a las normas sociales.

La expresión de esa protesta contra los valores establecidos pueden ser diversa, pero una forma es aquella que, mediante gestos, señales corporales, niega las diferencias de género y cuestionan los papeles tradicionales atribuidos a cada sexo.

Aunque ya se ha mencionado el significado CULTURAL del velo en las mujeres, unas citas que tratan del tema y abarcan un arco de tiempo de más de un milenio pueden ayudarnos a comprender la seriedad y el significado del tema de la imposición del velo a las mujeres en el antaño.

El general romano, hombre de Estado, político y astrónomo Gaius Sulpicius Gallus se divorció de su mujer porque la sorprendió fuera de casa con la cabeza descubierta: es una pena dura, pero no ilógica. “La ley”, dijo él, “prescribe que sólo ante mis ojos puedes mostrar tu belleza... Si tú, con una provocación innecesaria, invitas a mirar a cualquier otro, eres sospechosa de falta”.

En el siguiente texto se hace evidente que el criterio del uso del velo era señal visible de la sexualidad de sus portadoras:

“Ni las esposas de señores ni las viudas... que salen a la calle pueden dejar su cabeza al descubierto. Las hijas de un señor... deben taparse, sea con un chal, sea con un manto... Cuando salgan solas a la calle, se han de cubrir con un velo. Una concubina que salga a la calle con su señora se ha de poner un velo también. Una prostituta sagrada casada se ha de poner el velo en la calle; pero aquella que no se ha casado debe dejar su cabeza al descubierto en la calle: no puede ponerse un velo. Una ramera no se puede tapar con un velo; su cabeza ha de estar al descubierto” (art. 40 de las Leyes Mesoasirias 1250 a.C).

Y un poco más adelante la Ley dice: “quien vea a una ramera que lleva velo, puede arrestarla, buscar testigos y conducirla al tribunal del palacio; no le podrán quitar las joyas, pero el que la ha arrestado puede quedarse con sus ropas; la azotarán cincuenta veces con barrotes y verterán brea sobre su cabeza”. (Si era una esclava joven la que era sorprendida llevando velo, se la despojaba de sus ropas y se le cortaban las orejas).

En su respuesta, Pablo muestra de nuevo su preocupación por la imagen que la comunidad pueda ofrecer al exterior. Reconoce que las mujeres pueden realizar, al igual que los varones, ciertas funciones, como dirigir la oración litúrgica comunitaria y transmitir las inspiraciones del Espíritu (profetizar); pero manda que lo hagan con la cabeza cubierta.

Poco importa si utiliza o no la palabra «velo»: el verbo «cubrirse la cabeza» ya alude a ella. En el fondo, está proponiendo que se considere la asamblea como un lugar público y que las mujeres que profetizan se adecúen a las normas sociales establecidas sobre el decoro.

Pablo no desea que el culto cristiano sea visto como inmoral o peligroso para las costumbres y el orden social, porque eso puede cerrar puertas a la nueva fe. En 1 Corintios 11:3-10, Pablo utiliza una línea de resabios rabínicos para apoyar una norma social del orden patriarcal.

En el versículo 7, Pablo, menciona que el hombre no tiene que cubrirse porque es imagen y gloria de Dios, pero LA MUJER ES GLORIA DEL VARON refiriéndose al contexto cultural de la honra del hombre, la mujer que no usaba una cubierta en público deshonraba al marido o a su padre.

Vemos en occidente como observancia a una tradición patriarcal,  la mujer solo utiliza un velo en la ceremonia nupcial como señal de que honro a su familia, luego no lo utiliza mas.

El versículo 15 de la versión Peshitta dice: “porque su cabello le es dado por cobertura” esto NO quiere decir que el cabello es el velo de la mujer, porque ya hemos estudiado las normas sociales de esa época. Quiere decir que si en el versículo 7 dice que la mujer es la honra del hombre, entonces el cabello es la honra de la mujer.

En la versión reina Valera del 1960 1 corintios 10 dice: “Por lo cual la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles”. Sin embargo la versión Peshitta esta escrito: Por esta razón, la mujer debe tener autoridad sobre su persona, por causa de los ángeles.

En el contexto de sujeción de la mujer al varón, la traducción persona se relaciona mejor con la condición de dependencia y sujeción de la mujer. Este texto confirma con claridad que la mujer debe reconocer la autoridad del varón sobre ella misma. Ni el texto griego, ni el texto arameo dicen: que la mujer debe tener “señal de” autoridad.

Cuando dice “por causa de los ángeles” no se refiere a los ángeles del cielo, se refiere a la palabra española "ángel" procede del latín angĕlus, que a su vez deriva del griego ἄγγελος ángelos, “mensajero” refiriéndose a los obispos, pastores o ancianos de la congragación.

El uso de mantas o velos en las mujeres en los cultos es un argumento de las congregaciones pelagianista quienes afirman que es “santidad” y un merito para la salvación de las mujeres cristianas.


(Isaías 64:6.RVR1960) Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento.

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APOSTOL JUAN CALO
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51. Parte #5 ENTENDIENDO LAS RESTRICCIONES E IMPOCICIONES DE PABLO A LAS MUJERES CRISTIANAS DEL PRIMER SIGLO


1 Corintios 7: Precisamente, el ascetismo extremo (Ejercicio y práctica de un estilo de vida austero y de renuncia a placeres materiales con el fin de adquirir unos hábitos que conduzcan a la perfección moral y espiritual)  es el problema al que Pablo responde y en el que las mujeres parecen haber tenido un papel protagónico, hasta llegar a constituir un problema.

Un dato que parece corroborar este interés por el celibato en el comportamiento de las mujeres sobre todo viudas, divorciadas y vírgenes son el distanciamiento establecido entre varones y mujeres a lo largo de “l Corintios 7”, donde Pablo trata de suavizar la fuerte preferencia por el celibato que parece haberse dado entre algunas mujeres.

Para ellas, el celibato representaba la liberación de los pesados lazos y cargas que conllevaba un matrimonio en la estructura familiar PATRIARCAL propia de aquella sociedad.

Aunque es cierto que Pablo demuestra una preferencia personal por el celibato en el versículo 38, no parece compartir la idea de algunas personas de vivir como si estuvieran en un universo puramente espiritual porque aun no habían llegado a la presencia de Jesús con cuerpos glorificados.

El celibato podía ser una fuente de ansiedad, precisamente porque no vivían aún en cuerpos glorificados (1 Corintios 7, 9:36-38); su elección por el celibato podía resultar, inviable, bien porque no pudieran cumplir con ciertas normas sociales y debido precisamente a esas mismas normas se conviertan en vergüenza para la comunidad al incumplirlo (v. 36).

Pero Pablo no ordena a estas mujeres que se casen, aun siendo consciente de que su posición retaba los intereses de la estructura de la casa patriarcal “romana” y, por lo tanto, de la sociedad organizada en torno a ella.

En el caso de los divorciados (1 corintios 7:10-11), las palabras dirigidas a las mujeres son más abundantes, lo cual hace que se centre la atención en ellas. En este aspecto Pablo con toda probabilidad, está aludiendo al problema que surgía cuando uno solo de los cónyuges se hacía cristiano; situación que era mucho más probable y problemática en el caso de las mujeres: puesto que eran ellas quienes debían adoptar la religión y los dioses de sus maridos si se habían casado bajo “manus” (pasó a la patria potestad del marido), o a la religión de su padre si no lo había hecho, la conversión al cristianismo tenía que suponer para ellas una situación muy difícil, sobre todo si su conversión debía permanecer en secreto.

Hay que tener en cuenta que en esos tiempos (al igual como pasa en el medio oriente en estos días), las mujeres tenían una libertad de movimientos muy limitada, y que el mero hecho de que salieran a la calle era especialmente problemático (Génesis 34), aunque fuera mucho más fácil para las mujeres de la nobleza.

Pablo reconoce que se han dado algunos casos de separación, al parecer por iniciativa de la mujer (1 Corintios7:10-11), ante lo cual les recomienda que se reconcilien. Y la razón que les da es que el cónyuge creyente puede acabar influyendo en el no creyente; pero, sobre todo, les recuerda y en ello se nota que se dirige sobre todo a mujeres la posibilidad de educar a sus hijos pequeños dejados al cuidado de la mujer en la fe cristiana.

La posición de Pablo no era fácil, su posición en relación al celibato de las vírgenes, viudas y divorciadas no era una alternativa a las normas sociales y a la evolución posterior de las disposiciones eclesiales de las mujeres. Y es que no se puede olvidar que en aquella época el volver a casarse y engendrar hijos mientras la edad lo permitiera era para la mujer una obligación de estado, perfectamente legislada, cuyo incumplimiento acarreaba la consiguiente condena.

La legislación de Augusto (27 a.C-14 d.C), reforzada posteriormente por Domiciano y renacida en los siglos I y III d.C., había sido proyectada para favorecer el estado civil de casada en la mujer y no desperdiciar sus años de fertilidad.

Se alentaba a las viudas y divorciadas a casarse de nuevo, se penaba el no hacerlo y el no tener hijos después de los veinte años (veinticinco para los varones) y se premiaba el tenerlos en mayor número del habitual. De hecho, las mujeres libres que tenían tres hijos, y las habían sido libertadas de la esclavitud con cuatro, podían emanciparse de la custodia patriarcal de padres o maridos. Como puede verse, el comportamiento de las mujeres era objeto de un especial control social.

Algunos valores se legislaban en las leyes del estado. La sociedad en la que discurría la vida de los cristianos de Corinto se regía por el valor central del honor, el cual estaba muy ligado entre otros aspectos a la reputación de las mujeres que estaban a cargo de los varones, la cual dependía de la certeza de que la sexualidad de la mujer que pertenecía en exclusiva a su marido.

En el caso de estar casada o de que estaba virgen aún soltera, la pérdida de vergüenza en las mujeres o la duda sobre su virginidad o su exclusividad sexual (adulterio), significaba la pérdida del honor y la reputación de los varones del grupo familiar “marido, padre, hermanos”. En cierta forma, el cuerpo y la sexualidad de la mujer expresaban el honor y la reputación de una casa familiar o de un grupo de la sociedad.

Ellas no podían representar su propio honor ni el de la casa familiar frente a los demás en el ámbito público y social. Una mujer sola era considerada peligrosa, sospechosa de promiscuidad sexual y, en cierto sentido, una depravada.

Por eso las SEÑALES externas indicaban la virtud femenina en aquel entonces como la castidad (Renuncia total al placer sexual o solo al que queda fuera de los principios morales) que eran muy importantes y debían ser observados si se quería aparecer como mujeres respetables de la sociedad.

Estas señales consistían en un determinado tipo de comportamiento: permanecer en sus casas el mayor tiempo posible; salir a la calle con el cabello cubierto; no mirar de frente a un varón, sino andar siempre con la cabeza baja; limitarse al hablar y no pretender quedar por encima del varón; es decir, ser recatada e insignificante haciendo todo lo posible para ser invisible a los ojos de quien no era el propio marido.

Si el papel del varón, cabeza de la familia, era ser el señor de todos los que estaban a su cargo, cualquier gesto que pusiera en duda este papel (desobedecerle o discutir sus órdenes o enseñanzas, sobre todo en público) significaba un reto y una falta a su honor y su reputación ante los ojos de sus iguales en la sociedad.

Pablo y sus comunidades cristianas se debatían en un doble movimiento: por un lado, la afirmación de la propia identidad como grupo cristiano y su separación del resto de la sociedad; por otro, el deseo de ganarla para la causa del evangelio, lo que les obligaba a tender puentes hacia ella. Y ahí es donde se debe ENTENDER la ENSEÑANZA de Pablo, a veces confusa, de difícil interpretación y siempre abierta a desarrollos posteriores.

Los valores culturales del honor y el recato, así como las actitudes y comportamientos requeridos a cada sexo para demostrarlos, pueden iluminar otro pasaje muy discutido en la misma carta de Pablo a los Corintios: el del velo o chador de las mujeres que profetizan (1 Corintios 11:2-11). El tema del comportamiento de las mujeres en consonancia o en contraposición con los valores culturales patriarcales predominantes fue haciéndose cada vez más importante, en la medida en que las comunidades cristianas se hacían más conocidas, más compuesta de diferentes grupos sociales, e iban pasando al mundo público.

1 Corintios 11:2-11, su argumento responde tan perfectamente al interés de Pablo por la reputación de la comunidad ante los vecinos que observan el culto cristiano.

Si bien es cierto que la comunidad tenía como base una iglesia doméstica (en un hogar) el ámbito privado, por lo tanto, hay que considerar que si estas comunidades cristianas pertenecían a miembros de otras casas familiares, en fin, mujeres sin sus maridos o amos en el caso de las esclavas, el culto o la comunión cristiana estaba expuesta a la curiosidad y chismorreo de los vecinos, lo cual explica la preocupación por la opinión externa acerca de la respetabilidad de la comunidad cristiana, nacida del deseo de ganar miembros para el Evangelio.

De nuevo nos encontramos con el reflejo en el cuerpo, en esta ocasión el femenino, de la organización social. Se alude con frecuencia a que Pablo trata de evitar que el culto cristiano se identifique con otros cultos mistéricos como los dionisíacos, los isíacos o los cibelinos que se celebraban en las ciudades greco-romanas, los cuales, a la vez que encontraban gran aceptación entre las mujeres, eran condenados y a veces perseguidos por las autoridades y los escritores.


Muchos de tales cultos celebraban un renacimiento a una nueva vida, plasmándolo en la negación de la diferenciación sexual mediante la castración, hombres con melenas o la utilización de ropas del otro sexo, o bien con símbolos como el que usaban las prostitutas con la cabeza raspada que expresaban esa quiebra de las normas que regían los comportamientos adjudicados a cada sexo en la sociedad, como, por ejemplo, el soltarse el pelo o quitarse el velo en el caso de las mujeres, gestos que pueden ser asimilados.

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APOSTOL JUAN CALO
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50. Parte #4 ENTENDIENDO LAS RESTRICCIONES E IMPOCICIONES DE PABLO A LAS MUJERES CRISTIANAS DEL PRIMER SIGLO



¿FUE PABLO EL RESPONSABLE DEL ANTIFEMINISMO CRISTIANO?

El apóstol Pablo ha sido acusado por estudiosos de la Biblia como el promotor del antifeminismo cristiano que marcó la explotación de las mujeres en la iglesia, hasta han llegado a especular que el aguijón (2 Corintios 12:7) se debía a que tenía problemas con el sexo opuesto.

Debiéramos ciertamente estar de acuerdo que la iglesia ha sido culpable al respecto ¡pero ellos no lo sacaron de las enseñanzas de Pablo! De hecho, cuando entendemos el mundo social y religioso del primer siglo d.C., el cristianismo del Nuevo Testamento (y Pablo en particular) aparecen como nada menos que revolucionarios, liberadores de las mujeres siguiendo los pasos de Jesucristo.

La ideología del apóstol Pablo con relación a la posición eclesial en la comunidad cristiana y las restricciones e imposiciones que les impuso, no pueden ser comprendidas claramente con una interpretación literalistas de los textos. Esto solo puede entenderse cuando la ideología de Pablo hacia las mujeres cristianas es relacionada con su estrategia apostólica, en la forma que implantaba las iglesias y en la forma de relacionarse con la sociedad greco- romana y judía.

Ciertamente yo no entendía la ideología de Pablo hasta que aprendí que la Biblia hay que estudiarla sistemáticamente, por tanto recurrí a los conocimientos de la antropología cultural la cual aporta un conocimiento de los valores que  compartían  las comunidades a las que escribe Pablo y sus contemporáneos no cristianos, a fin, de presentar un contexto significativo en el cual podamos entender mejor las doctrinas y actitudes de Pablo en relación a las mujeres cristianas.

ANTROPOLOGÍA CULTURAL: Rama de la antropología que estudia las características del comportamiento aprendido en las sociedades humanas, es decir, ciencia de la cultura humana. En general, es la ciencia que estudia el origen, desarrollo, estructura, características y variaciones de la cultura humana tanto de las sociedades del pasado como de las del presente. La etnografía, la etnología, la arqueología, la lingüística y la antropología física son las disciplinas sobre las que se funda la antropología cultural.

Los estudiosos del pentecostalismo adoptaron “dogmas hostiles” a causa de su desconocimiento de la antropología cultural del tiempo del nuevo testamento.

Para entender la estrategia misionera del apóstol Pablo y su posición hacia las mujeres cristianas tenemos que poner fundamento en tres puntos:

1- El interés misionero fundamental de Pablo fue la posibilidad de crear comunidades compuestas por judíos y gentiles en las que no se exigiera el cumplimiento de la ley mosaica y las costumbres del judaísmo (la tradición oral) como requisito para ser seguidor de Jesucristo, superando las diferencias entre ellos; también sobre llevar el rol de las mujeres y la situación existencial de los esclavos.

2- Pablo se mueve entre, por una parte, el deseo de fortalecer los lazos y los límites que dan identidad a la comunidad cristiana, diferenciándola de la sociedad greco-romana, y, por otra, el interés por ganar a personas del exterior para la única fe y, por lo tanto, la necesidad de presentar a la comunidad sus creencias de forma contemporánea y no peligrosa para el orden social. Esta tensión hizo que su comportamiento fuera para nosotros los occidentales confuso, cambiable según las circunstancias, abierto al desarrollo social estableciendo límites.


3- Antes de que Pablo comenzara su misión apostólica, en otras comunidades fueran de su área de influencia, ya existían mujeres con protagonismo en las diversas iglesias, a las cuales Pablo reconocía una autoridad  (Romanos 16). No es probable que Pablo pensara que sus opiniones sobre el tema pudieran tener el efecto futuro convertirse en mandamientos universal y que no hiciera referencia a un tiempo especifico, más allá de unas indicaciones para la buena marcha delas comunidades cristianas de aquel entonces con el fin de resolver problemas también de aquel entonces.

1 Corintios: la reputación de la comunidad y la vergüenza de sus mujeres, los capítulos en los que están situados los pasajes, objeto de análisis, son una carta que Pablo contestó a una consulta hecha por la comunidad como consecuencia de la creencia en que la vida en el Espíritu que vivían por el bautismo del Espíritu Santo les confería una igualdad de género hasta el punto que llegaron a cuestionar o abandonar las normas que regían las relaciones sexuales, los papeles de género y la apariencia física.

Tenemos que recordar que las iglesias primitivas no tenían los evangelios ya que estos fueron escritos para los años 70, 80, 90 d.C., las cartas de Pablo fueron escritas antes.

En el mundo secular el cuerpo personal es un símbolo del control y la manipulación social; donde se reflejan los poderes, peligros y límites que se atribuyen a la estructura social. El control sobre el cuerpo personal está reflejando el control social, y viceversa.

Partiendo de lo antes expuesto, la iglesia de corintios tomo la igualdad de dignidad y la eliminación de las diferencias entre hombres y mujeres que suponía la fe cristiana y la mal interpretaron reflejándose en las relaciones personales, en los papeles de género y los sexuales. De ahí que sea lógica la aparición de dos tipos extremos de comportamiento en relación al cuerpo:

Libertinismo: es un movimiento cultural que hacía referencia al "espíritu libre". Este movimiento creía en una especie de panteísmo y la práctica de un tipo de libertad de las relaciones sexuales. Para los libertinos, la vida humana es estrictamente natural y la naturaleza es la perfección divina; los instintos no pueden ser restringidos y no hay pecado si el hombre se comporta de acuerdo a la atracción natural de placer físico.

Ascetismo; (en griego: ἄσκησις, áskēsis, "ejercicio" o "formación"), se le denomina a la doctrina filosófica y religiosa que busca purificar el espíritu por medio de la negación de los placeres materiales o abstinencia; al conjunto de procedimientos y conductas de doctrina moral que se basa en la oposición sistemática al cumplimiento de necesidades de diversa índole que dependerá, en mayor o menor medida, del grado y orientación de que se trate. En muchas tradiciones religiosas, la ascética es un modo de acceso místico.

La mayoría de los sistemas ascéticos desdeñan las necesidades fisiológicas del individuo por considerarlas de orden inferior. El fundamento de este aserto reside en la adhesión a dualismos del tipo alma-cuerpo, espíritu-materia, bien-mal. En Occidente, las primeras doctrinas ascéticas surgieron en la antigua Grecia. Sin embargo, este tipo de prácticas ya eran milenarias en Oriente. El ascetismo alcanzó su mayor difusión al incorporarse a sistemas religiosos como el Budismo, el Cristianismo y el Islam.

Estas posturas que tienen su base en un pensamiento gnóstico (movimiento religioso herético), como el que parece que existió en la comunidad cristiana de Corinto. Un pensamiento dualista, que concibe al ser humano dividido en espíritu y materia. El cuerpo como cárcel del alma, y la vida espiritual como la auténticamente importante.


Mantenían una actitud de desprecio hacia la materia (cuerpo) que le llevaba omitir la sexualidad o bien al extremo contrario. Para ellos el residir el don de la gracia significó el vivir ya en la realidad espiritual, donde las diferencias sexuales no contaban.

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